Sordos por doquier


A veces, las palabras y expresiones más simples consiguen ordenar un enjambre de pensamientos con una facilidad mayor que lo que haría un ensayo repleto de ideas complejas. Estas líneas, extraidas de un boletín que distribuyeron a unas cuadras de mi casa, me hicieron reflexionar sobre el preocupante presente que atravesamos los argentinos como ciudadanos. Lo comparto con ustedes; espero les sea tan útil como ha sido para mi:


En el país de los sordos,
los perdedores no aceptan su realidad.
Los ganadores son ciegos para ver a los perdedores.

En el país de los sordos,
cualquier palabra tiene valor.
Los que ponen su precio, también son sordos.

En el país de los sordos,
no se escuchan los crujudos de los vientres hambrientos.
No se ven los gestos demacrados por la desigualdad de oportunidades.
No se siente como propio el dolor de los que sufren.

En el país de los sordos,
Hay niños. Niños que se miran en el espejo de los adultos.
Hay niños que están creciendo, creyendo que ser sordos es lo natural.
Hay niños tristes, decepcionados. "¿Así es la vida?", pronuncian a gritos.

En el país de los sordos,
hay exclusión de lo que no interesa.
Hay expulsión de lo diferente.

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