Zafiro



Zafiro,
de azul profundo,
que enmudeces a quien miras,
no existe piedra en la vida,
por más preciosa que sea,
que iguale e imite, siquiera,
tu belleza cristalina.

Zafiro,
puro y sencillo
frágil y duro a la vez,
no existe en tí pequeñez
en todo el extenso mar,
pues nadie ha de ignorar
que única tu has de ser.

Zafiro,
que con tu haz iluminas
lo opaco de mi existencia,
jamás pierdas esa esencia
que te hace distinta a todas:
por más que el tiempo corroa
tú tendrás convalecencia.

Zafiro,
que buscas en cada noche
el brillo de las estrellas
no pretendas ser como ellas,
hermosas pero distantes,
pues nunca podré alcanzarte
y me perderé en la marea.

Zafiro,
si algún día partes
en búsqueda de otro rumbo,
aunque me hunda en lo profundo,
no me niegues tu recuerdo
pues, al menos, hoy comprendo
que tú existes en el mundo.