El mismo perro, distinto collar


"Es algo de no creer...cada vez pasa más seguido. Hay que terminar de una vez con esto. Cada día hay más impunidad, ya no sabemos qué hacer para frenarla. Lo peor de todo es que siempre somos las víctimas. Vivimos reclamando ayuda al Gobierno, pero parece que se olvidó de nosotros. De nosotros, si, que siempre dimos todo por este país...¿Cuándo van a reconocer nuestros derechos? ¿Van a esperar hasta que no quede ninguno? Y claro, total, ellos se llenan los bolsillos a costa de nuestro sudor..."

¿Cuál de los siguientes personajes es dueño de la declaración anterior?

a) Jorge, 30 años, dueño de una cooperativa, militante de un partido piquetero, luego de una represión policial a manifestantes que protestaban contra un reciente aumento de tarifas en barrios humildes.

b) Amelia, 68 años, vecina de Recoleta, esposa de un militar, en reclamo de un nuevo asalto seguido de homicidio en el barrio.

c) Itzel, 51 años, miembro de una comunidad aborigen de la Patagonia, tras la resolución del Gobierno de cecer a una empresa multinacional nuevas tierras consideradas territorio indígena.

d) Graciela, 45 años, docente de un colegio estatal de una provincia, después de escuchar la decisión del gobernador de recortar los salarios.

A veces, esa tríada de ceguera, egolatría y egoísmo nos impide apreciar lo parecido que somos y la increible similitud de nuestras necesidades. Por eso, sin darnos cuenta, terminamos repitiendo todos lo mismo.

Citas


Prueba de verdad. Testimonio de la realidad. Retazos de la Historia. Fuente de autoridad. Resumen de pensamiento. Opinión. Referencia neutral. Relato sesgado. Suceso parcializado. Construcción falaz. Deformación de los hechos. Desinformación.

Nada más burdo que citar a terceros para sostener un pensamiento. Ya lo dijo Miguel Cervantes:

"En fin, señor y amigo mío (...), yo determino que el señor Don Quijote se quede sepultado en sus archivos en la Mancha, hasta que el cielo depare quien le adorne de tantas cosas como le faltan, porque yo me hallo incapaz de remediarlas, por mi insuficiencia y pocas letras, y porque naturalmente soy poltrón y perezoso de andarme buscando autores que digan lo que yo me sé decir sin ellos."

Nada más valioso que reforzar con opiniones de otros mi propia verdad. Lo digo yo.

Zafiro



Zafiro,
de azul profundo,
que enmudeces a quien miras,
no existe piedra en la vida,
por más preciosa que sea,
que iguale e imite, siquiera,
tu belleza cristalina.

Zafiro,
puro y sencillo
frágil y duro a la vez,
no existe en tí pequeñez
en todo el extenso mar,
pues nadie ha de ignorar
que única tu has de ser.

Zafiro,
que con tu haz iluminas
lo opaco de mi existencia,
jamás pierdas esa esencia
que te hace distinta a todas:
por más que el tiempo corroa
tú tendrás convalecencia.

Zafiro,
que buscas en cada noche
el brillo de las estrellas
no pretendas ser como ellas,
hermosas pero distantes,
pues nunca podré alcanzarte
y me perderé en la marea.

Zafiro,
si algún día partes
en búsqueda de otro rumbo,
aunque me hunda en lo profundo,
no me niegues tu recuerdo
pues, al menos, hoy comprendo
que tú existes en el mundo.


Luz en la oscuridad


Hace añares que no se las ve más iluminando la noche. Pequeñas y pintorescas intrusas, son ya un vago recuerdo en los dominios del cemento. Las luciérnagas desaparecieron, o al menos yo no las ví más. Algunos dicen que huyeron del humo y del ruido. Otros, en cambio, afirman que se fueron a pueblos más pequeños, sin semáforos ni postes, donde su luz es bienvenida por las noches, y en donde crean con su intermitencia una especie de arbol de Navidad gigante, de varios kilómetros de extensión. Bicho raro, si lo hay, y a la vez encantador.

Según parece, los bichitos de luz viven en zonas húmedas y cálidas, donde las larvas tienen mejores condiciones para alimentarse. En la Argentina, si bien se encuentran distribuidas en varias provincias, abundan en el Noreste, principalmente en Misiones. Allí existe una leyenda que relata la aparición de estos peculiares insectos. Según la historia, Isondú, el guaraní más virtuoso y bello de todos, era motivo de envidia del resto de los hombres, los cuales le tendieron una trampa en medio de la selva, y, al capturarlo, lo humillaron y mataron a golpes. Cuenta el mito que de las heridas de Isondú se encendieron pequeñas luces que se multiplicaron y se expandieron por toda la selva, dando origen a las luciérnagas o "isondúes", término por el cual aún se las conoce.

Son las luciérnagas hembra las que nos sorprenden con sus pequeñas descargas de luz, a partir de un proceso biológico que se conoce como bioluminiscencia -propio también de otros animales, como la anguila o las medusas-. Lo hacen para atraer a los machos que vuelan en las cercanías. Cuando ya no quieren más lola, dejan de titilar y se acaba el espectáculo.

Recuerdo muy bien mi primera experiencia con este singular coleóptero. Fue durante mi infancia, cuando se escabulló una en mi pieza en plena madrugada. Junto con mis hermanos, que también desconocían su existencia, resultada aterrador ver cómo se iluminaba el cuarto por completo cada diez segundos. Tras juntar coraje, nos levantamos en plena oscuridad y despertamos a mi papá para que se enfrentara al misterioso invasor. Al encender la luz de la habitación, encontramos en una esquina al diminuto insecto, carente ya de su encanto nocturno y convertido en un bicho más. Pobre hembra, pienso hoy: sólo buscaba amor.

Ojalá algún día vuelva a tener el placer de sorprenderme con una. Cálidas invitadas de la noche, nos ofrece con su singular comportamiento una pequeña lección de vida. Pues enseña que, aún en la inmensa oscuridad, siempre puede haber un poco de luz.

Sordos por doquier


A veces, las palabras y expresiones más simples consiguen ordenar un enjambre de pensamientos con una facilidad mayor que lo que haría un ensayo repleto de ideas complejas. Estas líneas, extraidas de un boletín que distribuyeron a unas cuadras de mi casa, me hicieron reflexionar sobre el preocupante presente que atravesamos los argentinos como ciudadanos. Lo comparto con ustedes; espero les sea tan útil como ha sido para mi:


En el país de los sordos,
los perdedores no aceptan su realidad.
Los ganadores son ciegos para ver a los perdedores.

En el país de los sordos,
cualquier palabra tiene valor.
Los que ponen su precio, también son sordos.

En el país de los sordos,
no se escuchan los crujudos de los vientres hambrientos.
No se ven los gestos demacrados por la desigualdad de oportunidades.
No se siente como propio el dolor de los que sufren.

En el país de los sordos,
Hay niños. Niños que se miran en el espejo de los adultos.
Hay niños que están creciendo, creyendo que ser sordos es lo natural.
Hay niños tristes, decepcionados. "¿Así es la vida?", pronuncian a gritos.

En el país de los sordos,
hay exclusión de lo que no interesa.
Hay expulsión de lo diferente.

El Mártir


Las luces del techo iluminaban el recinto. Su cuerpo, desnudo, mutilado, sin vida, irradiaba el poco calor que aún conservaba. Sus ojos, abiertos, negros y grandes, transmitían una sensación de serenidad, de paz, de ansiado descanso tras todo lo padecido. Su rostro, en cambio, permanecía hinchado y amordazado. A su alrededor, aquellos hombres contemplaban el cadáver. Satisfechos tras el hecho consumado, sonrientes, sádicos, ávidos de él, observaban el cuerpo con fijeza. Aquél mártir había sido su víctima. Algunos parecían no haber terminado de saciarse. Otros, en cambio, sostenían que ya era suficiente, que, de continuar, las consecuencias serían aún más graves. Aquél comentario hizo dudar a los primeros. Tras unos instantes, uno de ellos, decidido, tomó el cuchillo y se abalanzó hacia el cuerpo. Hendió la hoja en él, y escuchó con placer el crujido que provino de sus entrañas. No podía evitarlo, le resultaba imposible evadir sus instintos, y más aquella noche. Aquel cerdo estaba exquisito.

Presentación

Sumidos en un mundo cada vez más complejo, nuestro presente se ve asediado por múltiples y crecientes flujos de información. Los avances tecnológicos, y la consecuente creación de sus herramientas, cambiaron profundamente el estilo de vida en nuestras sociedades. Estamos inmersos en el falso y acogedor presente de la recepción: imágenes narcisistas, ideales del cuerpo, frases tan vacías como entretenidas se han desplazado desde la periferia para instalarse definitivamente en el centro de nuestras miradas. Somos lo que aparentamos, nuestro éxito se sostiene en la permanente conquista de la simulación. Adormecidos por el placer efímero y accesible, nos convertimos en seres que únicamente responden a estímulos. Estímulos que son capitalizados por unos pocos, preocupados, a su vez, en suministrarnos nuevas dependencias banales. La des-imaginación al poder.

Ante este escenario, considero que resulta imperioso recuperar nuestra capacidad de acción. Distanciémonos de la continua maquinización humana, adjudicando sentido a nuestros pensamientos y dándole espacio y tiempo, en el mundo del apremio y la instantaneidad, a la reflexión.

Este espacio es un intento más de incentivar la creación, que tiene como objeto convertirse en una ventana nueva para aquellos que pretenden ser personas de pensamiento libre, y no, frente a la realidad que nos rodea, meros sujetos.


Destaco, 14 de Agosto de 2008.